EL EVANGELIO DE LUCAS, UNA
CUESTIÓN DE CONVICCIÓN
Francisco José Camacho
Heredia. Licenciado en teología por Campus Adventiste su Saleve. Máster
en teología pastoral por Campus Adventiste su Saleve. Doctor en ministerio pastoral por Andrews University.
Escrito, según Ireneo, entre el 75-85 d. C., por un cristiano de segunda o tercera generación, de origen griego, llamado Lucas, de profesión, probablemente, médico, y discípulo de Pablo; el evangelio de Lucas resulta el más liberado de los evangelios, gracias a la distancia temporal que le permite reflexionar de manera rigurosa sobre los hechos acontecidos de la vida de Jesús y de su papel mesiánico.
La intención del evangelio queda
ya explícita en el prólogo, los primeros cinco versículos, en los que el
evangelista se dirige a Teófilo, obispo de Antioquía a finales del siglo II
—probablemente amigo y convertido al cristianismo por el propio Lucas—, a fin
de explicarle de manera ordenada y con conciencia de registro los
acontecimientos que han dado lugar a la verdad del evangelio.
En realidad, el texto es un libro
en dos partes, que comprenden el Evangelio de Lucas y el libro de los Hechos, y cuyo hilo
conductor es la presencia del Espíritu Santo, involucrado en el nacimiento, obra,
ministerio de Jesús, ayudador y sustituto una vez Jesús asciende al cielo, y
elemento esencial en el nacimiento y consolidaci ón
de la Iglesia Primitiva.
Escrito en un griego cuidado y
exquisito, Lucas, una vez muerto el apóstol Pablo, se decide a escribir con
conciencia documental acerca del ministerio de Jesús y de la Iglesia. Lo hace
partiendo de los testimonios escritos: epístolas de Pablo, el Evangelio de
Marcos y probablemente el Manuscrito Q, que recogía los dichos de Jesús. Pero
Lucas contiene un 40% de información que no aparece en los otros evangelios, y
que otorgan un valor muy significativo al mensaje que pretende trasmitir.
Así, es el Evangelio de la
inclusión y de la salvación universal. Inclusión que rompe barreras sociales,
geográficas, de género (el único evangelio que menciona a mujeres que seguían a
Jesús en su ministerio). El eco de la epístola de Gálatas se escucha en algunos
de sus pasajes: “ya no hay griego, ni judío, ni hombre, ni mujer…”. El
evangelio que se detiene en los pobres, los pecadores, los enfermos.
En su convicción del papel
mesiánico de Jesús, es el evangelio que contiene una genealogía que se remite
al mismo Adán, otorgando un significado universal, no étnico, a la salvación a
toda carne ofrecida por Jesús. No en vano, su escrito iba dirigido a la iglesia
de Antioquía, conversos de origen griego a los que se les llamó “los del
camino”.
Lucas es también el evangelio de
la bondad y la misericordia, el que contiene parábolas como la del Hijo
pródigo, la oveja perdida, la mujer que amasaba levadura; y episodios de perdón
como el del arrepentimiento de Pedro, el perdón por parte de Jesús a los
verdugos y el ladrón de la cruz.
Es asimismo el evangelio de los
detalles, de la mirada del médico hacia los pequeños gestos, que se detiene con
una exquisita sensibilidad en expresiones y acciones significativas.
A pesar de no ser judío, Lucas
muestra un gran conocimiento por la tradición judía y por los escritos judíos.
Con frecuencia, en su convicción por el carácter mesiánico de Jesús, conectará
su vida con alusiones a acontecimientos del Antiguo Testamento. A modo de
catequesis, es un libro cuya pretensión es enseñar la obra salvífica de Jesús,
cuyo carácter es universal. Y advierte desde un principio que Jesús será un
signo de contradicción, que elevará a muchos y hará caer a otros, porque al romper
muros de prejuicios y resaltar la esencia de la ley sobre la letra, el amor
sobre la obediencia legalista, estará inevitablemente levantando muros frente
al mal. Por eso, advertirá también a quienes se decidan a seguir a Jesús que tendrán
que estar dispuestos a “dejar padre, madre, hermanos”. Sin concesiones,
presenta las consecuencias, la urgencia y el compromiso de seguir al Maestro.
El énfasis de este evangelio sobre
el ministerio pascual de Jesús es original, especialmente cuando relata el
episodio de la transfiguración y lo ubica antes de la llegada a Jerusalén.
Es también el evangelio de la
comunidad, que apela a la confraternidad, la acción de gracias, la paz. Y que
presenta la compañía del Espíritu Santo como algo personal en la vida
eclesiástica.
Finalmente, el Evangelio de Lucas
es el evangelio de las convicciones, no de las evidencias que fortalezcan la fe
(hay milagros en el evangelio, pero su mirada de médico se detiene más en la
sanación que en el efecto de creencia que ésta provoca), sino de la fe que el
Espíritu pone en nosotros. Escrito en una época de persecución, Lucas sabe que
ser cristiano no es una opinión, sino una forma de vida que ha de ser vivida
con pasión.
PRÓXIMA REUNIÓN, sábado 3 de
diciembre,
en Carrer Urgell 133, a las 17 h.,
EL EVANGELIO DE JUAN, a cargo del Doctor Josep Manel Prat
EL EVANGELIO DE JUAN, a cargo del Doctor Josep Manel Prat
Estuvo genial, es increible con la de veces que leemos las escrituras y siempre aprendemos cosas nuevas! Como por ejemplo que Lucas menciona mucho mas a las mujeres y al Espiritu Santo! Sigamos buscando a Jesus en el espejo, escudriñando y no leyendo a secas. Un abrazo!!
ResponderEliminarGracias. Sí, a veces leemos rápido, hasta que nos explican dónde están los matices, y de pronto toda la lectura gana en profundidad. ¡Un abrazo!
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